Aguacate y bioplásticos
Mexicano ha diseñado una tecnología para la producción de bioplásticos a partir de semillas de aguacate. Scott Munguía es estudiante de Ingeniería Química en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (México). A medida que ha avanzado en su carrera ha crecido su interés por la tecnología de bioplásticos y su preocupación por buscar procesos alternativos de producción, ya que el 80% de estos materiales se fabrican a partir de fuentes alimenticias como el maíz. Así, entre batas y matraces, en 2011 logró aislar un biopolímero a partir de semillas de aguacate, un desarrollo tecnológico que ha servido de base para su aventura empresarial.
En la mente de este joven ingeniero destacaba una idea por encima de todas: conseguir un producto sostenible a partir de una fuente abundante que no tenga otros usos. Esta idea se materializó en el aguacate. Desde entonces su trabajo se centró en aislar el polímero y diseñar un proceso industrial viable.
México es el mayor productor de aguacate del mundo, con más de un millón de toneladas anuales. Una parte importante se destina a alimentos procesados como el guacamole. Esto hace que se desechen cerca de 4.700 toneladas de semilla al mes sólo en México. Una cantidad que, según Munguía, es suficiente para satisfacer hasta diez veces la demanda de bioplásticos del país.
Para poner en valor su idea, Munguía fundó en 2012 Biofase, una empresa dedicada al desarrollo de tecnologías en plástico biodegradable. Su línea principal de negocio es la obtención de resinas a partir de semillas de aguacate por medio de una tecnología cuya patente está en trámite. En el proceso se extrae un biopolímero que posteriormente se transforma en un termoplástico. Esto permite que las resinas puedan tener una amplia gama de aplicaciones, desde bolsas delgadas hasta piezas rígidas como envases o utensilios de cocina. Biofase no fabrica directamente estos productos si no que vende la resina termoplástica a otras empresas para que lo procesen.
Aunque este año la producción estimada de su empresa es de cincuenta toneladas mensuales, su objetivo es triplicar esta cifra en 2015. Munguía explica que han logrado crecer "a través de la incorporación de nuevos productos y el desarrollo constante de tecnología en materia de plástico biodegradable”. El joven confía en que la producción se incrementará a medida que aumente la penetración en el mercado. Ahora el problema radica en el precio. Un plástico biodegradable puede costar el doble que uno derivado del petróleo. Sin embargo, según el ingeniero, la tecnología que emplean y el hecho de aprovechar un subproducto industrial consigue reducir hasta una cuarta parte el coste. Munguía afirma: “Pensamos que es posible acercar el precio del bioplástico al del plástico convencional y esperamos lograrlo en los próximos cinco años”.
Una apuesta social
Munguía escogió la Ingeniería Química, entre otras disciplinas científicas, con el objetivo de desarrollar una tecnología con potencial de negocio pero, sobre todo, que ayudara al progreso y mejora de las condiciones de vida en su país. No se trata sólo de encontrar una solución innovadora y económicamente viable. El producto debe ser sostenible y devolver parte sus beneficios a la sociedad.
Por otro lado, según Munguía, esta tecnología supone una ventaja importante para los pequeños negocios de la región que procesan aguacate. Estas empresas no tendrán que pagar a terceros para que se lleven los desechos sino que Biofase se encargará de recogerlos y reintegrarlos al sistema productivo.
Desde el punto de vista medioambiental, Biofase contribuye a mejorar su entorno. Los bioplásticos se degradan en menos de un año y tienen una vida útil cercana a los cuatro (en contraste con los plásticos comunes, que tardan más de un milenio). Además, el proceso no genera residuos peligrosos y la huella de carbono es sustancialmente menor debido al proceso de extracción de los polímeros.
Por ahora Biofase se encuentra en una etapa inicial pero Munguía confía en que tiene una base suficiente para convertirse en un importante productor. Su objetivo a medio plazo es comenzar a distribuir a Estados Unidos, el mercado más grande en la industria de los bioplásticos. También quiere posicionarse como referente en Latinoamérica. A este respecto, Munguía comenta: “Creemos tener la tecnología y modelo de negocio necesarios pero comprendemos que nos queda un duro camino, puesto que México aún no ha adoptado las tecnologías verdes como necesarias”.
El profesor, investigador y director de estudios de posgrado en la Escuela de Biotecnología y Alimentos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (México), Jorge Welti, que es miembro del jurado de los premios MIT Technology Review Innovadores menores de 35 México, destaca que la empresa de Munguía "ha logrado generar catorce empleos y ofrecer una nueva forma de aprovechar los residuos de la industria aguacatera". Además, Welti destaca el hecho de que el equipo de Biofase "espera generar un impacto en la región de Michoacán, que actualmente sufre de diversas problemáticas sociales graves, a través de la incorporación de nueva tecnología”. -María C. Sánchez
Articulo via: MIT Technology Review http://bit.ly/1paxDwP